En la costa sur de una isla por lo demás desierta, en la menor y más recóndita de sus blancas playas, en un hermoso palafito de líneas sinuosas construido en madera oscura, cristal y caña, y casi totalmente cubierto por un manto multicolor de orquídeas, vivían Arturo y Magdalena. Ambos habían nacido en el Condado de D’Arken, en el sur, muy cerca el uno del otro, ella en la Baronía de Klemonth, exactamente en la ciudad portuaria de Rayn-en-el-sur; y …