

Hazlo. Si eres una persona solidaria y estás buscando una entidad de la que puedas fiarte, no lo dudes: trabaja con la Fundación Vicente Ferrer. O con cualquier otra que te recomiende un amigo con conocimiento de causa, claro está. Alguna que pueda ayudar a mejorar las condiciones de vida de otros, gentes que tienen la mala suerte de nacer en países donde solo los esperan condiciones terribles.
Sé que la excusa habitual para dejarlo estar y mirar a otro lado, es que cabe la posibilidad de que unos listos se queden en medio con nuestro dinero. A mí también me subleva la idea, siempre me ha indignado el utilizar la bondad de otros para enriquecerse, como los que simulan tener problemas en la carretera y, cuando te bajas a ayudar, te atracan. No puedo con esa gente. Sé que existe, que hay malvados reptando por el mundo, pero no consigo asimilar la idea.
Pero, por eso, por ese miedo natural, durante mucho tiempo no hice nada. Estaba en este mundo para mí y para mis allegados, sin llegar nunca más allá. Así fue hasta que una amiga que llevaba años trabajando con esta fundación me habló de ella y me animó a participar. Me dijo que todo había ido perfecto siempre, y que ella misma había viajado a la India en cierta ocasión y había conocido en persona a sus niños. Que había sido una experiencia tan maravillosa que no había palabras para describirla.
Bueno, yo me dedico a usar palabras para vivir, así que me dije que bien podía probar y ver si también me quedaba así, tan atónita. Me apunté y, oye, funcionó de maravilla. Durante años, tuve dos niños amadrinados.
La primera, fue una niña (pedí que fuera niña) llamada Thirupalamma. Tenía la misma edad que mi sobrina y una situación de vida muy diferente. Era monísima (me mandaban siempre foto) y sus cartas eran encantadoras. Yo hubiese querido que fuese a la universidad, de verdad que tenía pensado pagarlo, si ella se animaba, pero en fin, como a los quince decidió dejar de estudiar para ponerse a trabajar y me asignaron otro niño.
En esta ocasión fue un varón. A punto estuve de escribir para que lo cambiaran porque siempre dije que quería niñas. A ver, no pretendo quitar importancia a la situación de los varones pero creo que es obvio que si ellos lo pasan mal, allá donde sea, las niñas lo pasan peor, y yo quería aportar un poco de lo que hoy en día se ha bautizado como sororidad.
Pero, ya os he dicho que mandaban fotos. ¡Y era tan majete! Mi marido me dijo que cómo le íbamos a hacer un feo así, y nos lo quedamos. Nunca me arrepentí de esa decisión.
Se llamaba Gangadri y sus cartas siempre nos hacían reír. Pencaba los estudios más que otra cosa, pero siempre prometía esforzarse más, y nos contaba que quería ser camionero. ¡Madre mía! Fue muy divertido conocerlo durante ese tiempo.
Al igual que Thirupalamma, llegó un momento en el que Gangadri dejó los estudios y ya me iban a asignar a otro niño (que hubiese sido niña). Pero entonces, mi situación económica se había vuelto ya difícil, así que tuve que dejar de participar. Me dio mucha pena, pero no puedes ofrecer mucho cuando no tienes tu propia estabilidad asegurada. A eso se unió luego la enfermedad de mi marido y… Bueno, aquí estamos. Mejor que cualquier adulto en la india
Pero el otro día me llamaron de la Fundación. Querían contarme cómo iban las cosas. ¡¡¡Que Thirupalamma tiene ya treinta años!!! Me comentaron que le va muy bien y que se siente muy agradecida por la oportunidad de mejorar, de medrar, que pudimos darle. No me di cuenta de preguntar si ya tenía hijos, imagino que sí. Ojalá todo le vaya bonito.
También me dijeron que Gangadri vive muy contento, que tiene una casita, y que, viendo lo bien que le había ido con la oportunidad dada, había convencido a sus padres para que se pusieran también a estudiar, a su padre y a su madre. ¡Él, que siempre estaba recuperando asignaturas jaja, qué chico encantador! ;DD
Desupes, charlamos un rato y me hablaron de cómo había repuntado el matrimonio infantil. Qué terrible… ¿Sabes lo que es eso? ¿Puedes imaginar cómo es la vida de esas niñas, a lo que quedan abocadas? Aquí puedes leer un poco al respecto: https://fundacionvicenteferrer.org/es/noticias/matrimonios-forzados-esclavitud-moderna
Seguro que puedes imaginar el resto. El modo en el que el corazón de esa niña late desaforado mientras la llevan, adornada como la víctima de de un sacrificio, para entregarla a ese hombre que va a ser su amo y su dios el resto de su vida… Abandono escolar (con todo lo terrible que eso supone), abuso sexual y emocional, enfermedades venéreas, VIH… Son vidas truncadas, destrozadas, y están ahí, comparten nuestro planeta y nuestro tiempo.
¡Y nosotr@s nos quejamos de no poder ir a un sitio mejor de vacaciones o no poder comprarnos tal capricho! De verdad, a veces, qué ciegos somos…
Las vidas de Thirupalamma y Gangadri han resultado mucho mejor de lo que hubieran podido ser, gracias a lo poco que pude yo aportar. Pero quedan muchos otros. Quedan tus niños y tus niñas. Si te lo pide el corazón, échales un cable.
Si no puedes aportar dinero ahora mismo, no pasa nada: haz como yo, aporta visibilidad, comenta esto en tus redes y anima a otros a participar con la Fundación.
O, comenta por aquí, si ya colaboras con otra ONG, para dar confianza a quien pueda querer participar. Hay muchas y muy buenas, lo sé, aunque yo solo puedo hablar de esta. ¡Cuéntanos!