Estaba con una nueva reseña (o divagación de las mías más bien jaja), cuando me he topado una vez más con este tema: la finalidad de la publicación como criterio a la hora de reseñar, algo que me parece muy interesante. Por eso, en vez de reseña, me he decidido a escribir un pequeño artículo con mi opinión al respecto. Opinión, insisto, sin más.

Admito, como siempre, que no puedo ser más novata en esta difícil labor que muchas compañeras y amigas abordan de un modo muy profesional. Reseñar es algo MUY DIFÍCIL. Admiro mucho esa labor, y, de hecho, si me ponen solo una estrellita, pero me ayudan a mejorar, no puedo estar más agradecida.

Pero este asunto del tipo y finalidad de la publicación es algo que me he planteado también muchas veces como escritora. A ver si consigo explicarme, que no es fácil.

En lo que yo entiendo, no tiene mayor sentido valorar todos los libros con los mismos criterios de análisis y exigencia. O sea, no todos los libros se publican con la misma intención, ni son iguales en su naturaleza.

Por ejemplo, si vas a reseñar a Marcial La Fuente Estefanía (pongo enlace por si eres muy joven y no lo conoces, pero para todos puede venir bien: ¡menudo personaje fue! Podría ser el protagonista de una buena novela), y le vas a exigir la calidad de un Premio Nobel de Literatura que no sea Bob Dylan (perdón, je, tuve que decirlo, me sigue indignando ese tema), usando el mismo rasero para hablar de ambos, el pobre Marcial va a salir malparado siempre.

Ni te merece la pena buscar palabras para conformar un párrafo. Con poner «malo», es suficiente.

CITA DE LA WIKIPEDIA EN LA ENTRADA DE MARCIAL LA FUENTE ESTEFANÍA: «Durante la guerra, el escritor y dramaturgo Enrique Jardiel Poncela le había dado un consejo: «Escribe para que la gente se divierta, es la única forma de ganar dinero con esto». Ese fue el fundamento de su manera de escribir; desde el principio buscó la amenidad, prescindió de largas descripciones y trabajó los diálogos, con unos modismos muy característicos y una acción disparada.»

(Inciso: ¡¡¡tomo buena nota del consejo de Jardiel Poncela!!!)

Y, sin embargo, Marcial no era malo. Apenas recuerdo haber echado un vistazo a alguna de sus novelitas, pero estoy segura de que su uso del lenguaje era correcto, ya que tenía un apoyo editorial (aunque corre la leyenda de que una de sus historias comenzaba con un contundente: «Era de noche y sin embargo llovía») y cumplía de sobra con la función para la cual era publicado: entretener.

Ni más, ni menos, que tampoco es que sea una meta fácil, al contrario.

No todo libro tiene por qué tener un destino literario superior. También puede ser creado para el simple (e importante) ocio. Para alegrar el espíritu y aligerar la mente en ese ratito que tienes para ti y del que no tienes por qué dar explicaciones a nadie. A mí me gusta leer a Tolstoi, a Gómez-Jurado, a Sapkowski,, Ray Bradbury, Tolkien o Jack Vance y a muchos otros (Shakespeare si me apuras, que me encanta), igual que leo romance de Nieves Hidalgo o de cualquiera de las otras Juglaresas, y de más compañeras.

Incluso de extranjeras, en tiempos. Reconozco que ahora, cuando compro, procuro siempre invertir la mayor parte en la creación de una cantera propia de mi país. O sea, compro y leo libros de mis compañeras, para mejorar nuestra situación, que sigue siendo muy chunga. Tampoco tengo tiempo para mucho más.

¿Por qué leo esas cosas? Porque me da la gana. No tengo por qué justificarme, me gustan muchos géneros y soy capaz de adaptarme a muchos niveles de narrativa. De hecho, creo que todo eso me enriquece, como lectora, como escritora y como persona.

Pero son niveles diferentes, en todo caso. No se deberían valorar igual, ni exigir igual.

¿Qué debería mirarse, antes de nada, si queremos tener en cuenta la finalidad de la publicación como criterio a la hora de reseñar?

Pues, según creo:

  • Modo de publicación (papel/ebook).
  • Precio.
  • Periodicidad de publicaciones de la autora (si es que se quiere ser más riguroso). No es lo mismo que tengas que escribir 100 páginas al mes a que puedas permitirte publicar dos libros en papel al año, está claro.

Y, luego, ya te metes en la historia. Pero si no te gusta leer algo rápido, sin mayor ambición literaria… ¡pues no leas esas cosas, hombre/mujer de Dios, que mira que hay publicaciones en el mundo para hartarse! Lee otras, las disfrutarás y podrás hablar con más justicia del texto que sea. Habrás aplicado la finalidad de la publicación como criterio a la hora de reseñar.

Actuar de otro modo, es como si no te gustase la comida rápida, pero te empeñases en comer hamburguesas. No sorprende el hecho de que no te gusten. ¡Pues no las comas! Hay platos exquisitos en restaurantes de lujo. Eso sí, los pagas en consecuencia.

A ver, que igual no estáis de acuerdo conmigo, pero, de verdad, yo no quepo en mí de asombro en algunos casos. Como cuando veo que se vapulea de mala manera una novelita de romance publicada exclusivamente en digital a un precio irrisorio. ¿Es que no se ve cuál es su destino, su intención? Pues ya está. Entiendo que pueda no gustar, pero responde a una demanda de mercado. No es literatura, es ocio.

Otra cuestión es que aspires a que tu género, ese género que te gusta, tenga una mejor consideración general, en cuanto a calidad. Entonces, sí podrías decir «eh, vamos a escribir mejor». Con lo cual, habría que dejar de quejarse de las descripciones, empezar a controlar los largos rosarios de diálogos muchas veces sin sentido, y buscar conscientemente calidad literaria para el romance.

¡Qué más quisiera yo! Pero también en eso hay que entender que no es lo mismo una novela en papel, que una publicación digital porque por lo general son de consumo rápido. Habría que seguir aplicando la finalidad de la publicación como criterio a la hora de reseñar. Tal y como están las cosas, no puedes convertirte en un gran literato, si tienes que escribir masivamente para evitar caer en el olvido.

Por supuesto, también asumo que, cuando lanzas una historia al mundo, tienes que aceptar su respuesta, que ni de milagro va a ser siempre agradable. Parto la base de que cada cual va a hacer lo que quiera, y de que todos somos de un padre y de una madre. Hay gente encantadora en todos lados, pero también, aunque menos (mucha menos, por suerte), gente mala armada con un teclado y conexión a internet. Gente que ni sabe lo que es la empatía, como la que te puedes encontrar en la reunión de vecinos o en la pescadería. En cualquier rincón cuando sales de casa. O, para los menos afortunados, incluso dentro de casa.

¡Vaya, ya volví a divagar, jaja! Y con un tema, el de la actitud y la educación que debería mostrarse al hacer una reseña, que, tela. Necesitaría su propia entrada en el blog.

Y ya me he extendido demasiado. Dejémoslo en que yo creo que sí debería tenerse en cuenta este criterio que propongo, antes que nada, y luego, ya, reseñar.

Ah, por si alguien se lo pregunta: sí, es cierto. A mí me han vapuleado bien y de lo lindo (con razón y sin razón jaja) a lo largo de mis años de carrera literaria. ¡Qué se le va a hacer, de todo se aprende! ;DDDD

¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿Estás de acuerdo conmigo o tienes otra opinión? ¡Que estoy más que dispuesta a cambiar de idea, faltaría más! ;DDD